Tras más de tres décadas de sequía, el histórico club del fútbol barrial de Patagones (actualmente bajo el nombre de Boulevard Moreno) se coronó en la segunda división. Leonel Espíndola, referente del equipo, dialogó con el Politólogo y el Político sobre el sentido de pertenencia, la unión del grupo y la mística de un barrio que nunca dejó de alentar.

En el fútbol barrial de Carmen de Patagones, hay nombres que pesan por su historia, y el del Club La Loma es, sin duda, uno de ellos. Sin embargo, la gloria le había sido esquiva durante demasiado tiempo. Tras 33 años de espera, momentos institucionales difíciles y finales truncas, el equipo logró consagrarse campeón de la segunda división, devolviéndole la alegría a una barriada que lleva los colores en el ADN.

En diálogo con nuestro medio, Leonel Espíndola, uno de los pilares y referentes del plantel, analizó este presente histórico. Aunque hoy compiten bajo la denominación de Boulevard Moreno, el sentimiento es unívoco: es La Loma el que volvió a lo más alto.

«Fue algo muy lindo. Si mal no recuerdo, fueron 33 años; una locura hermosa», expresó Espíndola con emoción.

Para Leonel, este título no fue solo un logro deportivo, sino un puente generacional. El jugador destacó la presencia de su abuelo, el «Pato» Silva, un antiguo campeón del club, quien pudo ver desde la tribuna cómo su nieto continuaba la tradición familiar.

«Contento porque me pudo ver mi abuelo y mi abuela. Mi abuelo salió campeón acá, así que es una alegría enorme. El club venía pasando momentos malos, desde lo institucional hasta lo futbolístico, y pudimos dar un gran paso para que vuelva a ser lo que era antes», reflexionó el jugador.

A diferencia de lo ocurrido en la primera división, donde la falta de compromiso pasó factura, la categoría reserva logró amalgamar un grupo sólido. Espíndola, quien por otros compromisos futbolísticos no pudo estar en todos los encuentros, destacó la generosidad de sus compañeros.

«El grupo me aceptó, me acompañó y me entendió. Eso demuestra la unión que nos llevó a conseguir el título. Tiramos todos para el mismo lado y gracias a eso se dan las cosas».

Ese sentido de pertenencia se vio reflejado también en casos como el de Barrera, otro jugador identificado con la institución que viajó cientos de kilómetros para cumplir una promesa: «Él vive en otro lugar y prometió que si llegábamos a la final, venía a jugar. Cumplió con la gente y dentro de la cancha; eso demuestra el valor que tiene por el club».

A pesar del festejo, el cierre de año trajo una pequeña frustración. La «Finalísima» programada contra Rampla (campeón del primer torneo) fue suspendida. Los clubes, junto a la Asociación de Fútbol Barrial, decidieron no disputar el encuentro debido a que el estadio de Villa Morando no presentaba las condiciones de seguridad e infraestructura necesarias.

Al respecto, Espíndola no ocultó el sentir del vestuario: «A los pibes no les gustó mucho porque queríamos jugar, queríamos ganarla. Las finales no se juegan todos los días y veníamos con mucha confianza, pero son decisiones de la institución y nosotros los apoyamos».

Finalmente, «Leo» dedicó el triunfo a la hinchada, esa que soportó tres décadas de resultados adversos sin dar la espalda. «Algo que quiero destacar es que la gente siempre te alienta, no importa si se gana o se pierde. Pasamos 33 años sin ser campeones, perdiendo semifinales o cuartos, y nunca hubo un reproche, siempre un abrazo».

Con el trofeo en las vitrinas y la identidad reconstruida, el club La Loma cierra un 2025 soñado y se prepara para un 2026 donde el objetivo será mantener la vara alta y seguir honrando una historia que, por fin, volvió a escribirse con letras doradas.

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Por Lucas Roche

✒Lic. Analista y Asesor Político💡 Especialista en Marketing y 🗣Discurso Político📊Campañas Electorales #elpolitologoyelpolitico @lucasroche_politologo