La emprendedora de Stroeder, Anabella Riegelhoff, quedó en el centro de la atención local tras denunciar presiones, trabas y amenazas por parte del Municipio de Patagones mientras intentaba habilitar un nuevo bar–boliche en la localidad. El caso tomó fuerza porque la iniciativa implicó una inversión millonaria —sonido, iluminación, bebidas y reformas— y la creación de 10 puestos de trabajo en un pueblo de apenas 1.800 habitantes. Aunque no contaba aún con la habilitación definitiva, pudo inaugurar el 14 y abrir al público el 15 gracias a una prórroga gestionada por su abogada.
Riegelhoff relató que cumplió con todos los informes técnicos exigidos —seguridad e higiene, gas, electricidad, bomberos, luces de emergencia y matafuegos— y que en el proceso descubrió que el mismo local había funcionado tres años sin habilitación. “¿Por qué me van a inspeccionar a mí el primer día si antes estuvo abierto sin nada? Explicámelo”, sostuvo.
Aseguró que desde Comercio le anticiparon controles apenas abriera. “Me decían: ‘no vas a llegar’. ¿Por qué a mí?”, contó. Varias veces encontró vacías las oficinas municipales y debió enviar documentación por WhatsApp sin respuesta. Intentó obtener una prórroga como la que —según señaló— se otorgó antes a otros: “Si le diste tres años a otro, dámela a mí por una semana. Somos iguales ante la ley”.
La prórroga salió en minutos cuando su abogada fue directamente a Patagones. “¿Por qué a mí me tuvieron días dando vueltas?”, cuestionó. Con ese permiso inauguró y abrió, pero asegura que recibió inspecciones y presiones esa misma noche: “Era un apriete. Me decían: ‘si querés cumplimos la ley y te la cerramos’”. También relató un cruce con la policía: “Me dijeron que había menores en la vereda. ¿Qué querés que haga? Si no los dejo entrar, ¿los echo de la vía pública?”.
Señaló que solo evitó la clausura porque se mantuvo firme: “Si les hubiera doblado el codo, me hacían cerrar”. Atribuye el conflicto a diferencias políticas: “No soy de la misma línea. No soy peronista y no tengo miedo de decirlo”. También reclamó que la delegada municipal no la recibiera: “Fui a su casa y nadie me atendió, pero sí mandaron a todos los inspectores”.
En la entrevista también mencionó que no es la primera vez que enfrenta trabas municipales. Contó el caso de un carro pochoclero que hace cuatro meses está detenido en la municipalidad por un simple trámite: “Es un papel que lo dan vuelta para acá y para allá”. Explicó que el carro es para una amiga que realmente lo necesita, alguien que “no tiene gas en la casa” y que podría tener un ingreso propio si la habilitación saliera. “Yo lo quiero habilitar para darle trabajo independiente a ella”, dijo. Y añadió: “Yo no les estoy pidiendo que me den ni una chapa para abrir el negocio, les estoy pidiendo que hagan lo que les corresponde, que es firmar tres papeles”.
Riegelhoff afirmó que tiene “todos los impuestos pagados en la municipalidad” y que, aun así, las exigencias constantes la están llevando al límite: “Me sacaron más de un palo el fin de semana. Me van a fundir”.
Mientras su abogada gestiona el cartón de habilitación, teme nuevas maniobras. “Para darme el cartón me piden el REBA, pero para el REBA necesito el cartón. Es un apriete”, resumió.
Pese al conflicto, destacó el apoyo del pueblo: “La gente confía en mí. Eso me emociona”. Y cerró con una frase contundente: “No está bueno que el municipio se maneje como una mafia. ¿Cuánto más poder les vamos a dar?”.
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