El Gobierno dispondrá una fuerte suba de la tasa de interés, que llegará a niveles récord, para frenar la dolarización, y el Banco Central tendrá las manos libres para operar sobre el dólar; Massa se reservó un golpe de efecto: el Mercado Central importará alimentos sin pagar aranceles
El set más importante de decisiones incluye tres puntos: esta semana se aplicará una fuerte suba en las tasas de interés, que será complementada con una mayor intervención del Banco Central para administrar el crawling (devaluación paulatina) y se acelerarán las discusiones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con China (por los swaps) y con los países del denominado BRIC para facilitar el intercambio de monedas con Brasil.
De las tres medidas anteriores, la más efectiva, ambiciosa y arriesgada es la suba de las tasas de interés que afectará, entre otras cosas, a los plazos fijos. Alrededor de ese punto se suscitaron las mayores discusiones en la reunión que se hizo ayer en Hacienda. El ala más ortodoxa de Economía sugería llevarla a un valor muy alto, de alrededor del 110%. Esa propuesta quedó en el camino. La tasa llegará a poco menos del 100% -97%-, algo que de todas maneras sigue siendo un gran golpe de timón.
Desde mañana, el Banco Central tendrá un rol aún más activo en la administración del dólar.
El equipo económico definió, también, un conjunto de medidas complementarias. Para moderar el efecto de las subas de las tasas de interés que encarecerá los préstamos, se reducirán las tasas del programa Ahora 12 para los intereses de los saldos.