Durante muchas décadas, Argentina ha vivido inmersa en un socialismo que ha intentado demostrar ser bueno para la sociedad, pero que a pesar de tantos intentos, no ha sido positivo. Sin embargo, un término que se ha olvidado es el “liberalismo”. Quizás se pregunten a qué me refiero con este concepto y qué ideales propone.
Conforme Alberto Benegas Lynch (h), la mejor definición podría ser, “el respeto irrestricto por los proyectos de vida de los demás”. Esto implica que el uso de la fuerza sólo será de carácter defensivo y nunca ofensivo, y el test no es con personas que comparten nuestro proyecto de vida, sino con quienes disienten. Por lo cual, sólo se recurre a la fuerza cuando hay lesión de los derechos de terceros.
En este contexto, el conocimiento es un proceso de prueba y error, que no tiene término. Nunca hay algo cerrado y terminado. Karl Popper nos enseña que el conocimiento es provisional y está abierto a refutaciones, y que éstas son un avance a la ciencia y al conocimiento.
La ideología es algo ANTITÉTICO a lo liberal. Ideología no referida al conjunto de ideas, ni al concepto marxista de “falsa conciencia de clases”. Si no, ideología en el sentido de algo cerrado, terminado, algo dogmático.
Cuando se habla de liberalismo en lo político, significa adherir a marcos institucionales que son compatibles con la sociedad abierta, y si no se es liberal en lo económico, HAY CONTRADICCION. Porque lo político es el continente, y lo económico el contenido. Aquí, entendiendo por económico no sólo la concepción neoclásica, sino también como Von Mises, entendiéndolo como asimilable a la acción humana, donde todos usamos determinados medios para determinados fines.
No tiene sentido decir que yo respeto la libertad en el plano político, pero cuando la gente quiere utilizar el fruto de su trabajo para comprar o para abstenerse de comprar, digo que no está permitido.
Cuando se habla de “empresario”, o “comerciante”, el liberal se refiere a aquellas personas que, para mejorar su patrimonio personal, no tienen más remedio que atender las necesidades de su prójimo. Con lo cual, el que acierta en su conjetura, gana. Y el que no, quiebra o disminuye sus ganancias.
Asimismo, una de las grotescas inmoralidades de la humanidad han sido los “salvatajes”, donde pequeños empresarios que no tienen poder de “lobby”, se ven obligados a financiar bancos, seguros, industrias automotrices que han sido ineptos e irresponsables, o ambas cosas a la vez.
Por lo cual, no aludimos a los ladrones de guantes blancos, a los cazadores de privilegios, que en Latinoamérica abundan. Y que como no pueden robar a mano armada, lo hacen desde el gobierno.
Siempre que se habla de: mercados cautivos, aranceles protectorios, privilegios de distinta naturaleza, esto afecta gravemente al consumidor.
Hay que rechazar 2 instituciones nefastas, cuyas políticas han resultado devastadoras para la población. Y son el FMI, y el Banco Mundial. Estas 2 instituciones son responsables, en gran medida, de la existencia de aquello que se llama “países del tercer mundo”.
Los países del tercer mundo, no se caracterizan por sus latitudes, por sus etnias, ni por las características de los continentes, sino por las políticas que aplican sus gobernantes, como, por ejemplo: precios máximos, empresas estatales, inflaciones monetarias, reformas agrarias, corrupción galopante, inexistencia de la división de poderes, no independencia de la justicia, etc.
Entonces, ahí aparecen las 2 instituciones. Pero además cuando “llegan desembolsados esos dólares”, mucho de ese dinero termina en el bolsillo de ministros, y de presidentes, que como buenos canallas buscan abrir cuentas en Suiza y en otros lugares para salvarse de sus propias políticas.
La década de los 90, fue denotada por mayor gasto público, un mayor Leviatán, deuda pública acelerada, corrupción intolerante, que han aplicado desde la izquierda y que claramente mucho denominan “neoliberalismo”; cuando en realidad no hay una vieja ni una nueva libertad, sino una sola. O hay libertad, o no la hay.
Otro punto importante del liberalismo, es que la DEUDA ESTATAL es absolutamente incompatible con la democracia, puesto que compromete el patrimonio de futuras generaciones que ni siquiera han participado en el proceso electoral para elegir a los gobernantes que contrajeron la deuda. Por ende, no hay deuda buena o mala, sino que se trata, en régimen constitucional, de PROHIBIRLE al Leviatán que contraiga deuda.
En el contexto del espíritu liberal, cuando se habla de “cuestión social”, el objetivo final tiene que ser el bienestar del hombre, de lo contrario no sirve de nada.
La tesis de Alberto Benegas Lynch (h) es que “si hay acuerdos libres y voluntarios entre las partes, no hay tal cosa como desempleo nunca”, bajo ninguna circunstancia. No importa el grado de pobreza brutal, o de riqueza más exorbitante. Nunca hay desempleo involuntario.
Dado que los recursos son escasos, y las necesidades ilimitadas; el recurso por excelencia es el TRABAJO. Ello porque no se concibe la producción de ningún bien ni la prestación de ningún servicio sin el concurso del trabajo.
Un punto capital es entender que no se trata de voluntarismo, no se trata de sensibilidad social del empleador para con sus empleados, o del gobernante para con sus gobernados. Sino que se trata de TASAS DE CAPITALIZACIÓN, es decir: INVERSIONES, que hacen de apoyo logístico al trabajo para aumentar sus rendimientos.
Espero que, luego de haber leído este texto, haya quedado claro a qué apunta el liberalismo, cómo actúa en la sociedad, y qué propone para mejorar la vida en una sociedad tan devastada por el egoísmo, la envidia, el resentimiento y la falta de libertad.
Sosa Braian. Alumno graduado de la Universidad Nacional de Río Negro.